EL CHICO QUE FUE A BUSCAR AL VIENTO NORTE

Érase una vez un chico llamado Miguel que iba todos los días al mercado a comprar provisiones. Mas ocurrió que una mañana, al salir del mercado, sopló el Viento Norte y le llevó todas las provisiones por los aires.

El chico se puso furioso y decidió hacerle una visita y pedirle que le devolviera la comida. El camino era muy largo y tuvo que andar horas y horas.

Al fin llegó a la casa del Viento. Lo saludó y le rogó que le devolviera sus provisiones.

-Ya no las tengo -le dijo el Viento- pero he aquí un mantel mágico. Tendrás cuanto comida desees con sólo decir: "Mantel, sirve de todo a Miguel".

El muchacho dio las gracias al Viento y se fue. Como el camino era muy largo entró en una posada a pasar la noche.

Cuando llegó la hora de cenar hizo tal como el Viento le había dicho y el mantel le sirvió ricos manjares.

El posadero en cuanto el chico se acostó le cambió el mantel por otro igual pero que no daba ni un mendrugo seco.

Al día siguiente, cuando amaneció el intrépido muchacho tomó el mantel sin darse cuenta del cambio y se fue a su casa. Al llegar allí el mantel no le sirvió de nada.

Furioso regresó a la casa del Viento a quejarse y éste le ofreció un carnero que daba monedas de oro sólo con decirle: "Carnero , por favor dinero".

Como el camino era largo, se detuvo nuevamente en la posada. Probó el don del carnero y descubrió que era real y que podía obtener todas las monedas de oro que quisiese. Al quedarse dormido, el posadero le cambió el carnero por otro que no daba monedas de oro. El chico no lo advirtió hasta regresar a su casa. Entonces volvió hacia la morada del Viento Norte y éste le ofrecio un bastón con el que podría atacar a sus enemigos solamente con ordenarle: "Pega bastón". Aquella noche, al volver a detenerse en la posada, el chico fingió estar domido.

Cuando el posadero quiso cambiarle el bastón, exclamó al momento: "Pega bastón" y el bastón comenzó a pegarle hasta hacerlo gritar.

Entonces recuperó su mantel y su carnero, tomó el bastón y regresó a su casa. Por fin recuperó con creces el precio de las provisiones que le arrebató el Viento Norte, y el posadero había recibido su merecido.

Comentarios: 16
  • #16

    tifani (jueves, 22 noviembre 2018 23:12)

    hola que bueno

  • #15

    Chaima (jueves, 15 noviembre 2018 19:51)

    Hola soy chaima me gustaría este cuento mucho

  • #14

    alejandra cara de rana jaja (martes, 06 noviembre 2018 18:18)

    espero que tengan un gran dia

  • #13

    andre (domingo, 25 marzo 2018 18:11)

    me encanto este cuento

  • #12

    valentina castillo (miércoles, 31 enero 2018 14:51)

    el chico que fue a vuscar el viento en el norte

  • #11

    Brithney Mala (sábado, 07 octubre 2017 22:58)

    Fasebook

  • #10

    Brithney Mala (viernes, 06 octubre 2017 19:38)

    Al fasebook

  • #9

    nada (lunes, 08 mayo 2017 22:31)

    Érase una vez un chico llamado Miguel que iba todos los días al mercado a comprar provisiones. Mas ocurrió que una mañana, al salir del mercado, sopló el Viento Norte y le llevó todas las provisiones por los aires.
    El chico se puso furioso y decidió hacerle una visita y pedirle que le devolviera la comida. El camino era muy largo y tuvo que andar horas y horas.
    Al fin llegó a la casa del Viento. Lo saludó y le rogó que le devolviera sus provisiones.
    -Ya no las tengo -le dijo el Viento- pero he aquí un mantel mágico. Tendrás cuanto comida desees con sólo decir: "Mantel, sirve de todo a Miguel".
    El muchacho dio las gracias al Viento y se fue. Como el camino era muy largo entró en una posada a pasar la noche.
    Cuando llegó la hora de cenar hizo tal como el Viento le había dicho y el mantel le sirvió ricos manjares.
    El posadero en cuanto el chico se acostó le cambió el mantel por otro igual pero que no daba ni un mendrugo seco.
    Al día siguiente, cuando amaneció el intrépido muchacho tomó el mantel sin darse cuenta del cambio y se fue a su casa. Al llegar allí el mantel no le sirvió de nada.
    Furioso regresó a la casa del Viento a quejarse y éste le ofreció un carnero que daba monedas de oro sólo con decirle: "Carnero , por favor dinero".
    Como el camino era largo, se detuvo nuevamente en la posada. Probó el don del carnero y descubrió que era real y que podía obtener todas las monedas de oro que quisiese. Al quedarse dormido, el posadero le cambió el carnero por otro que no daba monedas de oro. El chico no lo advirtió hasta regresar a su casa. Entonces volvió hacia la morada del Viento Norte y éste le ofrecio un bastón con el que podría atacar a sus enemigos solamente con ordenarle: "Pega bastón". Aquella noche, al volver a detenerse en la posada, el chico fingió estar domido.
    Cuando el posadero quiso cambiarle el bastón, exclamó al momento: "Pega bastón" y el bastón comenzó a pegarle hasta hacerlo gritar.
    Entonces recuperó su mantel y su carnero, tomó el bastón y regresó a su casa. Por fin recuperó con creces el precio de las provisiones que le arrebató el Viento Norte, y el posadero había recibido su merecido.

  • #8

    Lol (jueves, 23 marzo 2017 00:32)

    Había una vez una anciana que vivía en na casia en medio de un espeso bosque.
    Un día de primavera, al fino del mediodía, la anciana se dio cuenta que tenía hambre y se dirigió a la despensa para ver qué podía cocinar. Con cierta decepción vio que solamente le quedaba un pedazo de carne y un par de huevos, además de unas pocas hortalizas.
    -No sé si prepararme un guisado de carne con patatas o un par de huevos fritos con pepinillos en vinagre -dijo en voz alta
    Cuando por fin decidió que lo más rápido era freírse los huevos, al ir a acercar la manteca al fuego, a través de la ventana de la cocina vio que un vagabundo buscaba algo entre los árboles.
    -¿Puedo ayudarte? -preguntó abriendo la ventana.
    -Espero no molestar -respondió el hombre-. Busco frutos silvestres. Me han dicho que abundan en esta parte del bosque.
    -¿Has comido ya? -le preguntó la mujer-. ¿Acaso quieres hacer una tarta?
    -¡Oh! Hoy solo comeré los postres. Me conformo con poco.
    La anciana sintió compasión.
    Hubiera deseado invitar al hombre a comer, pero su despensa estaba vacía, y todavía faltaban dos días para conseguir provisiones del mercado. "Apenas tengo para mí", pensó y dirigiéndose al hombre, se lamentó:
    -Lo siento, pero no puedo invitarte.
    -No importa, gracias de todos modos -dijo el vagabundo-.
    Aunque, tengo una idea. Si me prestas un recipiente y un poco de agua, puedo hacer una sopa muy especial.
    Mientras hablaba, empezó a buscar en el interior del zurrón que llevaba colgando del hombro.

    -Mira -dijo por fin, y mostró un pedazo de uña de un cerdo-, con esto puedo preparar una sopa exquisita.
    La mujer pensó que no perdía nada si le dejaba encender un fuego delante de la casa y hervir un poco de agua. Al fin y al cabo, pocas eran las personas que se acercaban hasta allí y aquello le proporcionaría un poco de distracción. Así pues, llenó un recipiente con agua mientras él encendía un fuego. Cuando el agua empezó a hervir, introdujo el trozo de uña.
    -Esta uña ha hervido cinco veces -añadió-. Todavía hace una buena sopa, pero si tuviera un poco de sal, sería mucho mejor.
    -Esto no es problema. Voy a buscarla.
    Poco después de echar la sal, el hombre dijo:
    -Estará lista dentro de nada. Sin embargo, siento decir que no será la sopa más especial que he cocinado. La uña ha hervido cinco veces y poca sustancia dejará. Si tuviera un poco de harina..
    -Voy a ver si queda algo.
    Casi no quedaba, pero el hombre sacudió la poca que había encima del recipiente y luego removió el caldo con una cuchara. La mujer pensó que el mejunje realmente desprendía un olor muy especial, aunque tenía dudas acerca de su sabor.

    -Si pudiera añadir un poco de carne y alguna patata..., lo cierto es que cambiaría bastante -afirmó el vagabundo-. ¡Claro que si no puede ser, qué le vamos a hacer!
    En la despensa estaba la carne y las patatas para el estofado. Se quedaría sin el guiso, pero la sopa casi estaba lista y si servían para mejorarla...
    El hombre añadió los ingredientes y siguió removiendo el caldo que empezaba a oler de maravilla.
    -Quedará deliciosa -presumió-, aunque si tuviera una cebolla, una zanahoria y un poco de manteca de cerdo...
    La mujer no dudó. Entró a buscar los ingredientes restantes y ella misma los añadió a la olla.
    -¡Lista! -dijo el hombre después de que hirviera todo un rato más. La probó y exclamó-. ¡Riquísima!
    La mujer, que no podía resistir el olor que desprendía el recipiente y que de repente recordó que estaba hambrienta, fue en busca de platos y cucharas e invitó al hombre a sentarse a su mesa. Juntos compartieron la sola, los huevos fritos y los pepinillos en vinagre.
    -¡Deliciosa! -exclamó la mujer cuando terminaron de comer-. ¡Jamás hubiera imaginado que con un simple pedazo de uña de cerdo se pudiera cocinar una sopa tan rica!

  • #7

    axel (lunes, 17 octubre 2016 21:12)

    no me gusto

  • #6

    mhedyyeyjh (jueves, 23 junio 2016 02:02)

    no lo entendia ni j

  • #5

    jhoanny (lunes, 16 mayo 2016 19:34)

    jajajajajajajajajjajajaajajajjajjaajajajjajajajjajajajajjjjajajajajjaajjajjaajajaajajjaajjjjaajajajajajajjajajajajajajajajajajajajajajajajajajjajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajjjajajajajajajajajaajajajajajajajajajaajajaja que bien al final se quedo con los 3 ojetos
    jijijijijijijijijijijijijijijijajajajijajajajaji

  • #4

    Cristel (martes, 19 abril 2016 14:31)

    Hola

  • #3

    m (lunes, 23 noviembre 2015 23:50)

    bnmkoi

  • #2

    5 (jueves, 02 julio 2015 22:41)

    Hola soy xime :) me gusto mucho el cuento

  • #1

    aliel (viernes, 06 marzo 2015 00:13)

    es interesante